martes, 27 de febrero de 2007

Microrrelato

Al final, el elfo destruyó la espada.

martes, 20 de febrero de 2007

Otro meme

Recibo de José Joaquín López este meme, que espero que os resulte entretenido:

1. ¿Por qué comenzaste a escribir un blog?
Un día decidí, sin saber todavía por qué, que quería escribir. Escribir relatos cortos, quizá porque sea la forma de ser creativo que más cercana a mí sentía, y pensé que en lugar de llenar folios en blanco y cuadernos para que se pudriesen en un cajón podría publicarlos en Internet y así algunos podrían leer lo que yo escribiese. Podría compartir mi "producción".

2. ¿Sobre qué temas escribes? ¿Por qué?
Sólo escribo relatos, porque el motivo que impulsó la creación de este blog es el que he comentado antes. A veces también escribo memes, como éste.

3. Si la gente dejara de leerte y comentar, ¿seguirías escribiendo?
No lo sé, en el fondo los comentarios ayudan a que se publiquen cosas, te sientes comprometido con la gente que lee el blog.

4. ¿Crees que al escribir un blog debe seguirse algún tipo de ética?

Internet es un medio amplio, donde se tienen acceso a contenidos de todo tipo, así que cada blog tratará sobre temas que interesen al autor y lectores del blog y por lo tanto, no habría más ética que la que autor y lectores compartan, pero por supuesto, creo que si en un blog apareciera algo como pornografía infantil, por ejemplo deben tomarse medidas legales.

5. ¿Crees que formas parte de una comunidad? ¿Por qué?
La propia Internet es una comunidad de usuarios, luego sí. Desde el momento en el que se comparten contenidos de cualquier tipo y en cualquier medio se establece una comunidad, en el sentido de compartir algo común, de comunicación.

6. ¿Tienes algún grupo cercano de blogueros con el que te podrías poner de acuerdo para lograr algo?
Supongo que sí, todos los que me leen son blogueros y lógicamente a todos los que leo yo. Esta relación de lectura-escritura implica que hay puntos en común que nos harían ponernos de acuerdo para lograr algo si se diera el caso.

7. ¿Crees que los blogs van a cambiar/están cambiando algo en la sociedad/mundo político/etc.?
No, la repercusión social de los blogs es mínima, cada día se crean y destruyen montones de ellos, y su repercusión siempre se limita al público que visita dichos blogs.

8. ¿Qué te gustaría poder hacer dentro de la red para profundizar lo que haces con el blog y por qué? ¿Podcast/videocast, comunidades, wikis, redes sociales,etc.?
Estoy satisfecho con haberme promocionado mediante los directorios de blogs y comentando en los blogs que me gusta leer. No me parece necesario hacer más.

Como esto de pasar memes, resulta siempre comprometido (no sabes quién quiere hacerlos, si supondrá molestia o agrado), dejo ésto a vuestra elección: todos aquellos que decidáis hacer el meme, dejadme un comentario avisándome de que lo habéis hecho, para que lo pueda cotillear :p.

jueves, 15 de febrero de 2007

Vapor

El día que se evaporó la humanidad, yo salía de la tetería saboreando una galleta de coco. El ambiente se volvió sofocante, y de repente, de una forma muy lenta, todo se convirtió en vapor. Desaparecieron las casas, los grandes rascacielos del centro, los libros, cuadros y esculturas; desparecieron los poemas, canciones y romances, los petroleros, las cartas de amor de los quinceañeros, las estaciones de tren, las partituras de bellísimas canciones y la humanidad toda desparecieron vaciando el mundo de guerras, hambre e injusticias.
Lejos de asustarme, me sentí profundamente relajado, pues la visión fue espectacular. Siempre soñaba que el mundo se resquebrajaba tras un fuerte estrépito que causaba llantos y pánico, pero esta visión del mundo convertido en vapor era sublime, era perfecta.


De pronto caí en la cuenta de que me hallaba solo en mitad de una llanura desierta, así que decidí caminar en busca de un sitio donde guarecerme. La tarde cedía paso a una noche fría y yo me hallaba en mitad de una tierra árida donde la naturaleza apenas acababa de comenzar su reconquista, así que debía apresurarme y encontrar un lugar donde hubiese comida, refugio y alimentos, y debía hacerlo lo antes posible. Me decidí a caminar hacia el oeste, más por azar que por intuición y reparando sorprendido en el hecho de que mi ropa se hubiera escapado de la vaporización del mundo.
Dos horas más tarde, encontré a lo lejos a alguien que al igual que yo caminaba rápido hacia el oeste, así que decidí aproximarme. Era un chico de mi edad más o menos, con el pelo negro y rizado. Una pequeña perilla asomaba debajo de su labio inferior causando la sensación de ser una sombra diminuta en su cara, una sombra proyectada por su propio rostro para adornarse.

-Hola, -me dijo- al fin se cumplió la maldición.

Pensé que tenía la peor suerte del mundo, que para un superviviente que encontraba resultaba ser un chiflado.

-Resulta extraño que ni siquiera te preguntes qué ha sucedido, Jorge. Nunca dejas de sorprenderme.
- ¿Cómo conoces mi nombre? - Resulta que el chiflado me conocía, las cosas iban de mal en peor, ahora pretendería que me tragase aquella historia de la maldición.
- Eso no viene al caso, Jorge -me miraba muy seriamente-. Lo que importa ahora es que sepas el porqué de lo que ha sucedido -Algo en él captaba mi atención, pensé que podría tener razón porque realmente no actuaba como un loco y yo acababa de ver cómo se evaporaba el mundo, luego no era el mejor momento para ponerse en plan escéptico-. La historia comienza en el siglo XV cuando Isabel fue desterrada de su ciudad, debido a sus prácticas de magia, ya sabes, adivinación, pociones, curas para enfermedades y toda esa mierda. Isabel, despechada por haber sido alejada de su amante, se vengó maldiciendo a la humanidad. Todos los hombres y sus creaciones se convertirían en vapor tras pasar seiscientos años, salvo aquellos que amasen de verdad a alguien.
-Eso no tiene sentido -increpé-. Yo no me he evaporado y no estoy enamorado de nadie. No son más que tonterías.
-No, tú no te has salvado por eso, Jorge. Tú te has salvado porque te amo yo a tí. De ahí que conozca tu nombre. Nos conocimos en el cumpleaños de Alberto, el de tu instituto. Yo iba con él a clases de inglés y me invitó, desde ese día no he dejado de pensar en tí.
-Aún no me lo termino de creer, no tengo palabras. -Sollozé con voz temblorosa. Después, un gran silencio se abrió entre nosotros- ¿Y ahora qué? -pregunté finalmente-.
-No lo sé. Si quieres, ven conmigo, tal vez encontremos a más gente como nosotros, no sé. Me encantaría que vinieras conmigo, pero eso depende de tí.

Decidí acompañarlo, después de todo me había salvado la vida, no tenía derecho a abandonarle así, sin haberme esforzado en conocerlo siquiera.
Seis meses tardé en comprenderlo, no permanecí en el mundo porque Carlos me amase, sino porque yo, aun sin saberlo, le quería tanto como él a mí. La maldición de Isabel consistía en eso, sólo aquellos que amasen a alguien evitarían el destino de convertirse en vapor y yo era uno de esos seres afortunados.
Llevo doce años viviendo con Carlos en Ciudad Isabel. Las pocas personas que tenemos la suerte de conocer el amor nos agrupamos y construimos esta nueva ciudad donde de nuevo se escuchan cuentos, poemas, canciones. De nuevo la gente vuelve a crear y a construir el mundo, pero esta vez todos estamos enamorados.

martes, 6 de febrero de 2007

El día que todos se convirtieron en televisores

El despertador sonó a las ocho menos cuarto, como llevaba haciendo de lunes a sábados durante los últimos dos años, y Nacho arrojó hacia arriba con fuerza el edredón de su cama mientras dejaba escapar un gran bostezo.
Tras tomar una ducha rápida y un café que tenía hecho desde la noche anterior, Nacho salió de casa con el mismo sueño de siempre, preparado para pasear por las misma calles de siempre, para coger el autobús de siempre que le dejaría en la entrada de la empresa. Lo que realmente no esperaba ver era lo que se encontró nada más salir del portal. Una madre caminaba junto con su hijo, de unos siete años de edad. Ambos tenían un televisor en el lugar donde debía estar su cabeza, en el de la madre podía verse un magazine matinal, donde una chica de treinta y cinco años con un cutis excelente hablaba sobre las ventajas de la leche de soja, en el del hijo podían verse dos personajes de dibujos animados enzarzados en una violenta pelea. Nacho no daba crédito a lo que estaba viendo, debía tratarse de un disfraz, probablemente el colegio del chico hiciese una fiesta, pero aún así era un disfraz muy raro. No tardó en encontrarse con Félix, su antiguo compañero del equipo de baloncesto. Félix llevaba un traje italiano y en lugar de su cabeza llevaba un televisor en el que podían verse unas letras blancas sobre fondo azul con los resultados de la bolsa, agitaba el brazo saludando a Nacho. Nacho restregaba sus ojos con fuerza, no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Su expresión reflejaba pavor. Acababa de ver a un joven de unos quince años, en su pantalla se veía una película erótica, una chica de unos veinte llevaba un videoclip, todos, absolutamente todos llevaban su televisor sustituyendo a la cabeza, cada uno emitiendo un programa distinto. Nacho corrió asustado, quería verse en un espejo, quería comprobar qué tenía él en lugar de su cabeza, no podía creer lo que estaba pasando. Al girar la esquina se paró frente a un escaparate donde pudo ver reflejada su cara. Su cabeza seguía allí, nada la sustituía. Nacho la palpaba con sus dos manos, soltando un suspiro de alivio. Vio venir por el reflejo del escaparate a Marcelino, su vecino de arriba, que también mantenía la cabeza en su sitio. Marcelino se acercó a él diciéndole:

- Tranquilo, Nacho, no te preocupes. La televisión corrompió sus mentes y les ha transformado en lo que ves. Pero tú tranquilo, los que no nos dejamos influenciar quedamos a salvo.

Nacho continuó camino de la parada de autobús, ¡era todo tan extraño! No podía haber ocurrido algo tan irracional, las cabezas no se transformaban en televisores. No podía aceptar lo que Marcelino había dicho. De repente oyó pasos avanzando cada vez más rápido hacia él, los individuos con cabeza de televisores le perseguían, como si quisieran atacarle. Nacho corrió todo lo rápido que pudo, todo lo que sus piernas le dejaban correr. Comenzó a escucharse un sonido, como el de una campana que hacía ¡Ring, ring! El sonido se repetía cada cinco segundos, ¡Ring, ring! Nacho comprendió y abrió los ojos, el sonido lo hacía su despertador. Todo había sido una horrible pesadilla. Arrojó hacia arriba con fuerza el edredón mientras bostezaba y se encaminó hacia el baño para darse una ducha rápida. Cuando se miró al espejo vio que en lugar de cabeza tenía un televisor, un televisor emitiendo una serie policíaca.