jueves, 24 de mayo de 2007

Nota de suicidio

Imagen robada de Nada Pára.

Te resultará extraño que me despida de este modo, pero, en el fondo, nunca hubo comunicación entre nosotros. Quizá esta nota sea lo que más te acerque a mí, por paradójico que parezca. No pretendo con ella dar más o menos pena, ni hacer sentirse culpable a nadie. Tan solo busco que se sepan los motivos que me llevan a cometer este último acto.
Llevo muerto desde siempre, mis primeros recuerdos ya me llevan a momentos en los que no me sentía vivir; y eso y estar muerto es casi lo mismo. Recuerdo cómo mi persona ha sido un depósito de desgracias ajenas, ya desde niño. Haz un esfuerzo y piensa en todas aquellas noches que me acostabas zarandeándome bruscamente del cuello y golpeando mi cabeza contra la almohada. Esa almohada que, de beber tantas lágrimas infantiles, creo que ha encogido un poco. No me acuerdo de por qué lo hacías, puede que en el fondo de tu alma deseases que mi cabeza fuese la de otra persona, y mi almohada un suelo durísimo o alguna pared. Puede que yo no fuese más que un sitio donde descargar tu ira. Puede que lo hicieses simplemente porque piensas que soy tuyo. Sí, lo piensas, no lo niegues. Aún hoy me lo demuestras con cada palabra que me diriges.
No te echo la culpa, no me malinterpretes, por favor. El problema, como ya he dicho, es que no me siento vivir. Nadie me ha mirado con ternura, ninguna chica ha reparado en mí, nadie me felicita cuando hago algún trabajo. Si tan solo alguna vez, sólo una, me hubiera sentido querido... Sé que tú me quieres, pero a tu modo, me quieres porque te pertenezco, me quieres del mismo modo que al coche, o al anillo que te quitas cuidadosamente cada vez que friegas los platos, con miedo de perderlo. Soy una pérdida que siempre podrás reemplazar, como ese anillo.
Papá, a diferencia de ti, es tan frío... Creo que si me fuera un mes de viaje no lo advertiría. Él nunca tuvo claro quién era yo, ni qué me gustaba, ni qué sentía. Para él no era más que alguien que ocupaba una plaza del sofá, una almohada gigante. Tiene un corazón enorme, que comparte con tantas personas, que a mí solo me llegan migajas. Pero tampoco quiero reprocharle nada.
Sólo quería dejar claro, que de este último acto que cometo, no hay ningún culpable. Que yo ya nací muerto, y mantener con vida un cadáver es cruel y antinatural. ¿Y quién mejor que yo mismo para poner fin a esta vida inútil?
Sé que te enfadarás, pero lo haces siempre que actúo, así que me queda el consuelo de que es la última vez que te enfadas conmigo.

Hasta siempre...