
Todo el mundo parece vivir feliz en esta isla poblada de paisajes verdes y siempre se oyen hermosas canciones entre sus valles. Cuando finaliza el canto de uno de sus simpáticos vecinos en seguida comienza otro a cantar uno más hermoso todavía. Dicen que al llegar uno allí ya no desea marcharse, y que de hacerlo, pasa el resto del tiempo recordando sus flores, sus montañas, sus ríos... Todos añoran contemplar la costa de esta isla y ver cómo van llegando los barcos, primero uno, luego cuatro, finalmente siete, todos ellos dirigidos por simpáticos pescadores que silban mientras transportan su carga hasta el mercado. Pero a veces, la gente se entristece. Nadie sabe por qué, pero algunos días la gente anda cabizbaja y las lágrimas parecen asomar a los ojos de sus vecinos y en esos días, ya no se regalan canciones, ni cuentos, ni poemas, ni se escucha a los marineros silbar. En estos días, hasta los barcos se alejan de la isla, primero uno, luego cuatro y por último desaparecen los siete pequeños barquitos de la isla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario